Hoy quiero hablar de superhéroes, pero no de esos que se
cambian la ropa en una cabina de teléfono y salen al rescate de una bella dama,
ni de ningún trepamuros que con su tela de araña se desplaza grácilmente
por la ciudad de Nueva York.
Quiero hablar de superhéroes venidos de tierras lejanas,
de lugares donde habitan grandes fieras, de lugares donde el olor a especias
inunda todos los rincones, o de esos que cruzan el gran charco para luchar
contra el mal, sin olvidarme, claro, de los héroes de mi entorno.
A todos estos héroes y heroínas los veo de lunes a jueves
peleando contra sus peores y más fieros enemigos: contra el Dr. Negación, la
malvada No Puedes y el irritante Sr. No Serás Nadie.
Todas estas personas a las que admiro de verdad por su
lucha incansable, aun teniendo que cuidar de sus familiares y mantener sus
trabajos, son mis compañeros del centro Zuloaga, esa gran mansión de jóvenes
mutantes.
En esta mansión se encuentran el profesor Magneto, que con
su poder para transmitir las matemáticas de manera sencilla y efectiva, nos
ayuda a comprender ese mundo tan complicado. También está el profesor X,
nuestro mentor, que con su sabiduría consigue sacar los poderes ocultos de cada
uno de nosotros y que a través de su paciencia y su sonrisa logra trasmitirnos
las ganas de continuar aprendiendo y de seguir creciendo intelectualmente.
Hoy quiero daros a todos las gracias, a mis compañeros
superhéroes de todo el mundo porque sois un ejemplo de constancia y superación
personal, a mis profesoras y maestros porque habéis conseguido que sigamos en
la lucha contra la desgana, la apatía y el no puedo.
Pero la lucha no acaba hoy aquí, compañeros, la lucha debe continuar
hasta que hayamos conseguido alcanzar nuestros objetivos.
Firmado:
El súper héroe de la última fila