18 de marzo de 2016

EL ARPA, de Khalil

Imagen de Los misterios del señor Burdick
Así que es verdad, pensó, es realmente cierto.

Siempre le habían dicho que cuando tocara el arpa se sentiría feliz, pero él no lo había creído.

Un día en que paseaba con su perro por el bosque, encontró un arpa al borde del río. Se puso muy contento. Pensó que era una buena ocasión para averiguar si era realmente cierto lo que decían. Se la llevó a casa y empezó a tocar. Incomprensiblemente, se sentía feliz, pues no sabía tocar.

Un día, cuando estaba paseando por el mismo lugar donde se había encontrado el arpa, apareció un anciano venerable que le preguntó por el arpa. Él, desconfiado y sorprendido, no supo qué contestarle. El anciano le tranquilizó y le hizo saber que el arpa era suya y que si realmente era feliz tocándola, que se quedara con ella.

Desde entonces, decidió compartir su felicidad con todo el pueblo. Cada tarde, siempre a la misma hora, se ponía en medio de la plaza y tocaba. La música se expandía por todas y cada una de las calles. Y con la música, una sensación de paz y felicidad que lo envolvía todo.

Era cierto, el sonido de aquel arpa, hacia felices a las personas.

11 de marzo de 2016

LOS PELIGROS DE ANDAR CURIOSEANDO, de Andrea Caicedo

Esta es la historia de una chica a la que le gustaba mucho salir de fiesta. Su nombre era Rebeca.

Un día normal, como otros muchos días, salió de trabajar, llegó a casa y quedó por teléfono con su amiga para ir a la discoteca. Llegó sobre las once de la noche. Su amiga ya estaba esperándola. Entraron juntas. Al poco rato descubrió un chico que la atrajo. Después de unos cuantos tragos y ayudada por el estrépito de una pesada música, comenzó Rebeca a aproximarse al chico. Le preguntó su nombre. Se llamaba Camilo.

Cuando terminó la fiesta en la discoteca, Camilo invitó a Rebeca a su casa. Ella, sin pensarlo dos veces, aceptó la invitación. Una vez dentro de la casa de Camilo, Rebeca, sin saber por qué sintió cierto temor. Un temor infundado, pues la casa era normal y el chico parecía muy agradable y educado.

Se sentaron juntos en el sofá del salón y comenzaron a hablar sobre sus vidas. Rebeca notó que para ser un chico joven tenía una estantería llena de libros. Camilo se levantó y se dirigió a la cocina para servir un poco de vino y preparar algo para comer. Rebeca, curiosa, se acercó a la estantería. Quería ver qué clase de libros le gustaban al chico. 

Enseguida descubrió un libro que le atrajo poderosamente la atención. El libro no tenía nada en la portada y decidió abrirlo. En la primera página estaban escritas estas palabras: "Si tienes alma pura, léelo; de lo contrario, no lo hagas".
Imagen tomada de Los misterios del señor Burdick

Rebeca siguió leyendo. Inmediatamente se dio cuenta de que no era un libro como los demás. Las páginas estaban en blanco, pero a medida que las iba pasando, aparecía el texto en ellas. Asustada, tiró el libro al suelo y gritó.

—¡Qué coño es esta brujería!

Camilo llegó corriendo. Vio el libro en el suelo y dijo:

—¿Quién te dijo que anduvieras curioseando? Ahora, por lista, no podrás salir jamás de aquí.