Un día normal, como otros muchos días, salió de trabajar, llegó a casa y quedó por teléfono con su amiga para ir a la discoteca. Llegó sobre las once de la noche. Su amiga ya estaba esperándola. Entraron juntas. Al poco rato descubrió un chico que la atrajo. Después de unos cuantos tragos y ayudada por el estrépito de una pesada música, comenzó Rebeca a aproximarse al chico. Le preguntó su nombre. Se llamaba Camilo.
Cuando terminó la fiesta en la discoteca, Camilo invitó a Rebeca a su casa. Ella, sin pensarlo dos veces, aceptó la invitación. Una vez dentro de la casa de Camilo, Rebeca, sin saber por qué sintió cierto temor. Un temor infundado, pues la casa era normal y el chico parecía muy agradable y educado.
Se sentaron juntos en el sofá del salón y comenzaron a hablar sobre sus vidas. Rebeca notó que para ser un chico joven tenía una estantería llena de libros. Camilo se levantó y se dirigió a la cocina para servir un poco de vino y preparar algo para comer. Rebeca, curiosa, se acercó a la estantería. Quería ver qué clase de libros le gustaban al chico.
Enseguida descubrió un libro que le atrajo poderosamente la atención. El libro no tenía nada en la portada y decidió abrirlo. En la primera página estaban escritas estas palabras: "Si tienes alma pura, léelo; de lo contrario, no lo hagas".
Imagen tomada de Los misterios del señor Burdick |
Rebeca siguió leyendo. Inmediatamente se dio cuenta de que no era un libro como los demás. Las páginas estaban en blanco, pero a medida que las iba pasando, aparecía el texto en ellas. Asustada, tiró el libro al suelo y gritó.
—¡Qué coño es esta brujería!
Camilo llegó corriendo. Vio el libro en el suelo y dijo:
—¿Quién te dijo que anduvieras curioseando? Ahora, por lista, no podrás salir jamás de aquí.
Me ha gustado mucho: tengo una nieta en la ESO y se lo he mandado Un abrazo Manoli.
ResponderEliminarNo nos conocemos personalmente pero tenemos un hilo conductor!Jesus Rodriguz!Un abrazo Manoli
ResponderEliminarGracias, Manoli, por dejar aquí tus amables comentarios.
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